Jallogüen

¡Truco o trato! Calabazas iluminadas (que ya conocíamos desde pequeños), brujas, vampiros, muertos vivientes, siniestros disfraces para la ocasión, maquillajes terroríficos, hachas, guadañas y

Berrea Bronce Lillo Galiani

Berrea
Bronce
Lillo Galiani

cuchillos amenazantes pero de pega, todo aderezado con chorreante sangre; segundo carnaval del año y colonización cultural a la inversa. Pero, y nunca mejor dicho, ¡qué diablos! Todo sea por la apertura de miras y sobre todo, dirán los comerciantes del ramo, por las cuantiosas ventas de estos productos que, en definitiva, son los mismos que los de las carnestolendas. Admitamos foráneas costumbres pero conservemos las nuestras y por favor, sigamos degustando los exquisitos buñuelos de viento, nuégados y huesos de santo que también los reposteros de siempre tienen que vender.
Al margen de todo esto, días antes de la fiesta de difuntos me di una vuelta por el camposanto, como suelo hacer en cualquier época del año sin que tenga porqué coincidir o ser cercana a las señaladas. Y siempre me detengo un rato en el patio de San José. Es el más antiguo de todos y donde más arte funerario puede encontrarse. En los demás apenas hay esculturas de materiales nobles y todo está uniformado por el monótono gris del granito plancheado; tan omnipresente y de tan estomagante profusión, que una obra de cualquier tipo y fuera de este ámbito, pero del mismo material, parece como si oliera a cementerio. Pero no sería justo obviar la durabilidad y limpieza de esta roca y el costo, ya de por sí elevado, en este ámbito. En el patio de S. José es raro este material, predominan la piedra de Novelda y el mármol de Macael. La primera es una arenisca de color hueso procedente de la localidad que le da nombre en la provincia de Alicante. La mayoría del mármol también toma el nombre de las canteras de otra localidad en la provincia de Almería. La Novelda (blanca ahuesada) se trabaja bien, no es dura y admite detalle. Pero tiene un grave inconveniente, a la intemperie y con el tiempo es atacada por los líquenes e incluso musgos, y toma un feo aspecto cubierta de estos organismos. El Macael es bueno para escultura si se ha escogido bien. Pasado mucho tiempo las partes superiores del trabajo (cabeza, hombros etc.) pueden tornarse negras. Pero estos inconvenientes les dan a las esculturas el aspecto idóneo para el lugar donde se encuentran y a nosotros los motivos para elucubrar a placer.
Pueden verse imágenes de santos, Cristo niño y mayor, ángeles, Vírgenes con niño o sin él y relieves del Sagrado Corazón. Una lápida muestra una copia de la Piedad de Miguel Ángel a pequeña escala, bastante conseguida; en otra un relieve, también marmóreo, de la Inmaculada de Murillo. Gran parte de lápidas con su figura llevan el apellido del taller, a la sazón, más importante en nuestra ciudad, Mazarrón, hoy ya desaparecido. Y siendo algo observadores podemos ver esculturas repetidas, idénticas. Conté cuatro de San Antonio con el niño, tres de San José y ,con distinto modelo, otras dos de San José pero una en Macael y otra en Novelda. No fueron realizadas con un copiador electrónico pues, lógicamente, en aquel entonces no existían, pero sí sacadas de puntos a partir de un modelo en yeso del taller, en el cual habría varios de ellos con distintos tamaños y características, para que el cliente eligiera; una vez seleccionado éste y la materia definitiva, se procedía a pasar las formas de yeso, mediante talla indirecta, a la piedra con la ayuda de un sencillo instrumento manual llamado puntómetro, mediante el cual y con mediciones pertinentes, se obtiene una escultura idéntica al modelo de escayola; pudiendo repetir ésta todas las ocasiones en que sea encargada.