El fabricante de diablos

Para mucha gente de su época fue una especie de hechicero o loco, o tal vez la misma herramienta del demonio. Cómo si no, alguien podría reflejar en una tabla o lienzo tales alucinaciones, tales objetos, tales criaturas y tales escenarios infernales, de manera tan natural, detallada y de tan pasmosa fluidez; representando lo peor de los peores miedos del ser humano. Durante mucho tiempo y por muchos estudiosos fue considerado un fenómeno extraño y no como un artista y, tal vez por esto, condenado al olvido durante más de dos siglos, volviendo a suscitar su interés no antes de casi acabado el siglo XIX.
Su nombre fue Hieronymus van Aken, más conocido por El bosco. Este apelativo procede de su ciudad de nacimiento ‘s-Hertogenbosch (en holandés, bosque del duque, tomando la última parte), perteneciente al condado de Bravante. Los datos de su nacimiento son oscuros, tan sólo se descubrió la fecha de su fallecimiento en un escudo de armas, en 1516. A partir de su retrato que muestra un hombre de unos sesenta año, se fechó su nacimiento hacia 1450. En un documento referido a él, se le considera “ilustre pintor”, confirmando que no todos sus contemporáneos le tacharon de alucinado. Poco o nada se sabe acerca de la persona y su formación, al parecer, su abuelo fue pintor, del que podría haber aprendido las técnicas. Muchos historiadores investigaron sus pinturas para recabar información, pero ninguna de ellas contiene firma o fecha. En 1937, Charles de Tolnay escribió un esclarecedor tratado en el que, estudiando la evolución del pintor, ordenaba cronológicamente sus obras y separaba las llevadas a cabo por sus discípulos y otros artistas que reprodujeron sus pinturas. Y a partir de entonces, historiadores y estudiosos analizan la obra de El Bosco desde distintos puntos de vista, intentando descubrir su críptica imaginería e imaginación. Literatura, tradición nórdica, acontecimientos históricos, interpretación medieval de la Biblia, alquimia, tarot e, incluso, la psicología freudiana. Con este interés por su obra, desde el punto de vista simbólico y el valor intrínseco de su pintura, El Bosco fue reconocido, de manera tardía pero cierta, como un importante pintor a mediados del siglo XX.
Naturalmente, no toda su pintura representa escenas desasosegantes, muchos de sus escenarios son magníficos y relajantes paisajes relatados con maestría y detalle. Tras su muerte, el Rey Felipe II adquiere gran parte de su producción, lo que hace que el Museo del Prado albergue los mejores ejemplos de su pintura , en él puede admirarse el famoso jardín de las delicias, obra paradigmática de El Bosco.

Metamorfosis. mármol y anfibolita J. Lillo Galiani

Metamorfosis. mármol y anfibolita
J. Lillo Galiani