Cosas de Picasso

En cierta ocasión un pintor, con verdaderos apuros económicos, llevó un cuadro de Picasso a M. George (escritor), por si él pudiera comprárselo. Para asegurarse de su autenticidad, el escritor lo llevó a Picasso, del cual era amigo. Nada más verlo, el artista afirmó con rotundidad: «Es una falsificación». Tras las quejas de su propietario, asegurando que era auténtico porque el mismo Picasso se lo había regalado, M. Georges llevó un Picasso de su propiedad para que lo viera el pintor. Éste, cuando lo examinó, afirmó que también era falso. El escritor estupefacto le hizo saber que aquel cuadro lo había pintado en su presencia. El pintor sin inmutarse dijo: «Es que a veces yo también pinto falsos Picassos».

Picasso comía en el restaurante de un pueblecito y mientras le servían las viandas se entretuvo en dibujar sobre el mantel. Al finalizar la comida y pedir la cuenta, el dueño del restaurante, que lo había reconocido, no quiso cobrarle nada, alegando que con el dibujo del mantel se consideraba suficientemente pagado.

«Maestro, yo sí que comprendo sus cuadros» -le dijo un joven pintor. «Pues explíquemelos a ver si yo también puedo comprenderlos» -contestó Picasso.

Una joven se acercó a Picasso y le preguntó: « señor, ¿ porqué sus pinturas son tan raras? «Pinto las cosas como yo las veo» -contestó. «Y lo que pinta… ¿no lo ve?».

«Realmente, yo no soy artista, lo que hago es divertir a la gente con lo que pasa por mi cabeza». Un periodista, al cabo del tiempo y durante una interviú, preguntó a Picasso si asumía aquella declaración. «No podría afirmarlo, pero si lo dije en un rapto de vanidad, ¿no cree que para divertir al mundo durante medio siglo y exitosamente, se ha de ser un genio?».

Silvette fue una joven y bella muchacha que Picasso tuvo de modelo durante un tiempo. Como no podía pagarle, le regaló uno de los cuadros pintados. Una vez casada, su marido cayó enfermo y no pudo trabajar durante mucho tiempo. En esta situación, Silvette vendió el cuadro de Picasso y con lo obtenido pudo pagar, sobradamente, la curación de su marido

 

 

"En el trigal-Bronce de J. Lillo Galiani

«En el trigal-Bronce de J. Lillo Galiani