Un pintor barcelonés

Modelado en barro, Lillo Galiani.

Modelado en barro, Lillo Galiani.

Tenía el artista, a la sazón, tan sólo diecisiete años. Se encontraba en París inscrito en la academia de Charles Duran, más conocido por “Carolus”, uno de los más reputados pintores franceses de aquel entonces y gran admirador de Velázquez. El joven artista estaba admirado de que los gustos parisinos se inclinaran hacia todo lo español. Por eso estaba realizando un autorretrato con el interés, esmero y preocupación de que su pintura fuera admitida en el célebre Salón. Su admisión supondría la superación de un difícil examen. En la tela se había pintado el artista con el traje que llevaban los toreros según, y como se ha dicho al gusto parisino del momento. Su obra fue seleccionada y expuesta, ese mismo año de 1883, en la celebérrima muestra con el título de Portrait de M.Y.
Ramón Casas Carbó nació en enero de 1866. Su padre se había enriquecido durante la estancia de 26 años en Cuba. Su madre era hija de una familia de industriales textiles acomodados. Sus padre estuvieron de acuerdo en que, una vez acabada la escuela, ingresara en el taller de pintura de Joans Vicent. Pero, como otros muchos jóvenes pintores, Casas no aceptó las directrices y reglas establecidas que le impedían desarrollar su genio de artista pintor. Con tan solo quince años, y también como otros muchos, Casas marcha a París y se inscribe en la academia del ya citado “Carolus”. En la capital francesa conoció y observó los trabajos de Manet, muy reconocido y también admirador de Velázquez y Goya.
En 1885, junto con su amigo Maurice Lobre, viajaron a Madrid para admirar las obras de Velázquez y copiarlas en Museo del Prado. El estudio de las pinturas velazqueñas y otros planteamientos pictóricos del pintor sevillano, supusieron un gran avance en los trabajos de retrato de Casas. Hacia 1888, el artista se siente atraído por su entorno familiar, tomando como modelos a sus familiares más cercanos, hermanas y primas, en escenarios al aire libre, rodeado de plantas y flores.
En 1889 Casas junto a su amigo, el pintor Santiago Rusiñol recién separado de su mujer, llevaron a cabo un viaje en carro por Cataluña. Rusiñol escribió artículos ilustrados por Casas. Fueron publicados en La Vanguardia con el título de “Por Cataluña desde mi carro”. En varias ocasiones repitieron estos viajes. En 1890 llevaron a cabo una exposición junto al escultor Clarasó. Con esta muestra fueron reconocidos los jóvenes artistas por la afición barcelonesa. Luego, los dos amigos marcharon nuevamente a París. Se instalaron, lógicamente, en el barrio bohemio de Montmartre, atiborrado de pintores y marchantes. Pintó escenas de interior y exteriores mostrando no sólo su capacidad técnica sino la de transmitir emociones a través de temas aparentemente triviales y dotar de trascendencia lo anecdótico. Sus estancias parisinas le valieron el reconocimiento fuera de Barcelona. Tomó parte en la Exposición Internacional de Bellas Artes en Madrid, consiguiendo una medalla. En 1904 vuelve la capital de España para retratar a Alfonso XIII pero el cuadro no resultó del agrado del Rey ni de su familia quizás por su realismo burgués más que cortesano.
A los 40 años conoce a una vendedora de lotería de 18 años de edad, Julia Peraire. Atraído por su belleza, la hace su compañera, modelo y, pasados los años con la oposición familiar, su esposa. La carrera del artista sigue en ascenso cosechando éxitos en exposiciones colectivas e individuales. En 1928 su obra ocupaba un lugar preferente en la Exposición de Arte Español en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas. En 1932 fallecía el artista de raíces populares que con pintura contribuyó decisivamente a dar prestigio universal al arte español.