¿Verdadero o falso?

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¿Cómo saberlo? Si, si, el lienzo tiene buen aspecto, es decir, la pinta de ser auténtico. Pero, ¿lo es en realidad?, ¿no será una falsificación? Porque no está debidamente documentado, quizás una investigación exhaustiva pueda aportar dados sobre la autenticidad del lienzo…

Pueden surgir dudas acerca de la autoría verdadera de muchos cuadros. En cuyo caso, propietarios de lienzos con intención de venderlos, deben acompañar la obra de un certificado de autenticidad y una tasación oficial. Lógicamente se trata de obras de artistas famosos y que de ser buenas, su valor estaría al alcance de pocos; de no ser así el peritaje sobre los mismos sobrepasaría el valor del cuadro a investigar. Porque también se dan las falsificaciones, a veces muy buenas, de cualquier pintor o tendencia.

Fuera de estos supuestos está la obra de los copistas que realizan trabajos por encargo y que, con su carné correspondiente, copian en museos las obras que los clientes les solicitan. Estas copias deben ser, al menos, cinco centímetros más pequeñas, en sus dos dimensiones, que el original copiado. Pero es frecuente que el artista que pintó un cuadro se copiase a sí mismo realizando, casi siempre por encargo, una segunda, tercera o más obras, de mayor, igual o menor tamaño, también otra versión parecida a la primera; en cuyos casos, todos son auténticos. Está la obra realizada por el artista con la cooperación de sus ayudantes (Van Dyck colaboró en el taller de Rubens), con la misma autenticidad.

Hay expertos falsificadores que utilizan lienzos antiguos o envejecidos, vetustas maderas para los bastidores y procesos de envejecimiento como cuartear los barnices (craquelado), sometiendo el cuadro a cambios fuertes de temperatura y decolorando las pinturas con lámparas especiales, amén de otros procedimientos que brindan los avances tecnológicos. Y pueden dar gato por liebre a incautos con mucho dinero y ganas de lucir en sus salones obras de pintores importantes. Menudean los magnates del petróleo, jeques de los países árabes, personajes de las altas finanzas; unos por presumir, otros que aprecian el arte y no pocos para blanquear sus ingentes e injustificables ingresos. Para el timo un equipo de peritos, que aportarían sus investigaciones, tasadores, marchantes o intermediarios que, todos ellos sin escrúpulos y puestos de acuerdo, engañan al que quiera invertir un dinero de dudosa procedencia. Unos pintores entrañan menos dificultades para falsificarlos que otros, sería más difícilhacerlo con Goya que con Miró, Picasso y sobre todo Dalí que como es sabido firmó miles de papeles en blanco para que en ellos se imprimiesen sus grabados.

En el laboratorio,el análisis exhaustivo de la obra arrancará a ésta los secretos de la misma. Con reflectografía infrarroja se estudian los dibujos de base, correcciones y alguna restauración. El análisis microscópico dará a conocer el envejecimiento de los colores, la autenticidad del craquelado y otros aspectos. La luz de Word estudia la importancia de las restauraciones o retoques. La compatibilidad de los materiales con el periodo histórico se comprueba con los análisis espectroscópicos. Con la espectroscopia se data el lienzo y las maderas; el duroflexímetro evalúa las propiedades físicas de la materia; además se llevan a cabo análisis microquímicos. Con todos estos trabajos meticulosos puedenelaborarse, al fin, certificados exhaustivos sobre los resultados obtenidos. Por todo lo cual, será muy difícil que una falsificación pase las pruebas a que en el laboratorio será sometida. Pero si se tratara de una obra auténtica, el certificado de autenticidad puede disparar su valor a las nubes.