Artemisia


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Tenía la muchacha dieciocho años y por los conocimientos de aquel pintor sobre perspectiva, recibía clases de éste. Al mismo tiempo el artista era colaborador y amigo de su padre. Aprovechando la situación de intimidad y confianza que las clases le permitían, la violó. Ella no lo denunció con la esperanza de casarse con él y así poder subsanar, de alguna manera, aquel aciago suceso como, a la sazón, solía ocurrir. Pero Agostino Tassi, autor de la violación, ya estaba casado. El padre de la muchacha, denunció los hechos transcurrido un año. El juicio se llevó a cabo en Roma y para la víctima, en aquél entonces, fue más doloroso y humillante que el propio ultraje. El hecho marcó su vida e influyó en su pintura.

Artemisia Gentileschi nació en Roma en 1593. Su padre Orazio Gentileschi fue un reconocido pintor. Dado el ambiente artístico de su entorno más inmediato, Artemisia aprendió a pintar antes que a leer y escribir. De muy joven comenzó a colaborar con su padre y antes de llegar a los veinte años, era una artista con producción propia. Debido a que contrajo matrimonio con un pintor florentino, se traslada a Florencia en 1613, quizás con la esperanza de olvidar el aciago suceso y recuperar, al menos en parte, su honra. Al poco tiempo se separa de su marido, pero continúa en Florencia por espacio de siete años; en este periodo se labra una sólida reputación como pintora. Es admitida en la Academia Florentina de Diseño, aspecto este nada habitual. Se rodea de amigos influyentes como Galileo Galilei y Miguel Angel Buonarroti el joven, sobrino del “divino”. Consigue el mecenazgo de Cosme II de Médici para el que lleva a cabo importantes encargos.

En 1620 Artemisia vuelve a Roma y ya no regresa a Florencia quizás por la muerte de su mecenas. En su ciudad natal recibe encargos de los cardenales Antonio y Francesco Barberini. Fueron numerosos sus patrones, en Italia y fuera de ella. Para Casiano del Pozo, secretario del Cardenal Antonio Barberini, lleva a cabo numerosos trabajos entre los que se encuentra, La alegoría de la pintura (Kensington Palace, Londres), considerado un autorretrato de la artista. Sin que se sepan los motivos, en 1631 se traslada a Nápoles, y a pesar de los deseos de volver más tarde a Roma, allí permanecerá hasta el resto de sus días. En esta ciudad, la mas populosa después de París y cuyo puerto era de los más importantes del Mediterráneo, Artemisia lleva a cabo la decoración del altar de la catedral de Pozzuoli; pinta para Felipe IV un Nacimiento de San Juan Bautista (Prado), una Magdalena para el Virrey de Nápoles (catedral de Sevilla) y numerosos cuadros para Antonio Ruffo, un habitual mecenas siciliano.

Pero, según la correspondencia mantenida con estos mecenas y amigos, parece ser que siempre tuvo problemas económicos. En sus cartas pide adelantos o recomendaciones, al tiempo que hace valer la calidad de su trabajo y reivindica su estatus de artista, en una época en que la pintura femenina sólo trataba géneros menores. Quizás por su condición, al cabo de un siglo de su fallecimiento, las referencias y documentación sobre la artista se difuminaron y muchas de sus obras desaparecieron. Pero en 1916 el gran historiador de arte italiano Roberto Longhi comienza la tarea de recuperar para el arte, la obra de esta pintora y colocarla en el lugar justamente merecido.

Artemisia Gentileschi murió, como ya se ha dicho, en Nápoles, en 1654. Fue enterrada en la iglesia de San Juan de los Florentinos, destruida después de la segunda Guerra Mundial.