Pionero del hierro


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Julio González Pellicer nació en la Barcelona de 1876, en el seno de una familia de artesanos. El taller paterno, Metalistería Artística, estaba ubicado en la Rambla de Cataluña y en él se trabajaba la orfebrería y la forja. A la muerte del padre, Joan, el mayor de los cuatro hermanos se hace cargo del taller pero pronto, por su formación artística, decide venderlo y trasladarse a París con la familia; Julio, que era el hermano menor, tenía veinte años. En algunos aspectos, la relación de Julio con su hermano, podría parecerse a la de Vincent van Gogh con su hermano Theo. De naturaleza excesivamente tímida, la dependencia con Joan, al que adoraba, rayaba en lo enfermizo.

En París contactan con los artistas españoles que allí residen: Picasso, Gargallo, Hugué… A la sazón, y al igual que su hermano, Julio se dedicaba al dibujo y pintura. Comienza a exponer en el Salón de los Independientes. Pero Joan muere a los cuarenta años, en Barcelona, dejando a Julio sumido en el desamparo más absoluto, replegado en sí mismo y alejado de sus amigos.

Entre 1916-17, trabajó en las industrias Renault y este hecho tuvo una importancia fundamental para desviar el curso de su carrera artística. Allí aprendió las técnicas de la soldadura autógena y las posibilidades formales de los materiales surgidos del imparable desarrollo industrial. Conoció a nuevos amigos como Brancusi, Modigliani y Despiau. Hacia 1927, comienza a descubrir los que serán sus planteamientos y lenguaje artístico. En el hierro, apenas utilizado en el arte propiamente dicho, encuentra infinidad de posibilidades en consonancia con sus necesidades de expresión. Su obra se expone junto a la de Picasso, Miró, Arp y otros.

En 1937 realiza su conocidísima La Monserrat, para el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París y contrae matrimonio con su compañera Thérèse. Pero la Segunda Guerra Mundial, desestabiliza nuevamente al artista y su familia, trasladándose a Les Bouyges. Pronto vuelven a París pero en marzo de 1942 fallece.

Julio González fue un artista humilde, sencillo y silencioso, contrario a utilizar métodos publicitarios y ensalzar sus posibles aportaciones. Labora en la intimidad de su taller, solo, callado y presta sus conocimientos a quien se los solicita. No todos saben que enseñó a Picasso (amigo de siempre), las técnicas de la escultura e, incluso, algunos trabajos de genial pintor fueron ejecutados por Julio González. En 1930 escribe el ideario correspondiente a su producción más madura y en su exagerada modestia, atribuye a Picasso puntos de vista que nunca fueron de éste y que, sin embargo, exponían el contenido de su importante aportación a la escultura contemporánea.

Julio González revolucionó las formas de la escultura, confirió igual importancia a las masas que a los huecos o espacios vacíos creados, con intencionalidad, en la misma y que en la escultura tradicional eran impensables. Un volumen puede estar representado con el vacío o pequeños elementos lineales a modo de dibujo en el espacio. Éstos y otros planteamientos conforman la obra del pionero del hierro que ante el proyecto aún no empezado o sin terminar, comenta: El artista se siente solo, tiembla, teme, desconfía, ¡busca! Pero su lucha se verá recompensada en su soledad.