Campesinos de Jaén


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El joven Isidoro Zabaleta, cuyo apellido indicaba su procedencia vasca, llegó en 1884 al pequeño pueblecito jienense de Quesada, comenzando a trabajar como dependiente de comercio. A los 31 años contraía matrimonio con la señorita doña Francisca Fuentes, perteneciente a una de las familias adineradas de la localidad en un tiempo y lugar donde las clases sociales, como casi en épocas medievales, estaban bien definidas: propietarios terratenientes, artesanos y campesinos a jornal. Más al poco tiempo de la ceremonia, la esposa fallece. El joven, viudo y sin descendencia, contrae nuevo matrimonio con doña María de Tiscar, hermana de la difunta. La muerte se ensaña en aquella casa y los hechos aciagos se repiten, la esposa fallece. Don Isidoro contrae nuevas y últimas nupcias con la tercera hermana de la casa, doña María Juliana. De este matrimonio nace el artista e hijo único, Rafael Zabaleta Fuentes, en aquella localidad serrana y aceitunera.

A pesar del aislamiento cultural del pueblo, el niño se siente atraído por el dibujo y la pintura desde edad temprana. Cursa estudios de bachiller en el Colegio Santo Tomás de Jaén. Su vocación por el arte no encuentra impedimentos pues, según la familia, su patrimonio puede permitirle este capricho. En Madrid conoce a Ortega y Gasett, Federico García Lorca y Ramón Gomez de la Serna; lee a los escritores del 98 mientras cursa estudios de Bellas Artes en San Fernando, los cuales termina en 1932.

Durante Guerra Civil, fue desposeído de sus tierras pero al acabar la contienda le son nuevamente restituidas y comienza a dedicarse plenamente a la pintura. En 1942 lleva a cabo su primera exposición en la galería Biosca de Madrid. No es bien acogido por la crítica excepto Eugenio d’Ors que le anima a seguir trabajando y le introduce en los medios culturales de la capital. Viaja a París y convive con los artistas españoles que a la sazón vivían en la capital del arte, conoce a Picasso; pero vuelve a su tierra.

Viaja a Cataluña y por mediación de Eugenio d’Ors conoce al escultor Manolo Hugué iniciando con éste una gran amistad. En 1947 lleva a cabo una exposición en Barcelona con dibujos acuarelas y óleos. Su obra fue acogida con gran interés pues encajaba en las nuevas tendencias de postguerra. Muchos de sus trabajos se encuentran en colecciones particulares de Cataluña además de en el Museo de Arte Moderno de Barcelona y el Museo de Arte Contemporáneo de Villanueva y Geltrú.

Participa en numerosas exposiciones colectiva, obteniendo varios galardones y lleva a cabo otras tantas individuales. Reconocidos críticos y escritores valoran muy positivamente su obra: Eugenio d’Ors, Gabriel Celaya, Gerardo Diego, Camilo José Cela…

En 1951 el ayuntamiento de Quesada le homenajea dedicándole la calle en que nació y nombrándole hijo predilecto. En 1960 su obra es seleccionada para tomar parte en la XXX Bienal de Venecia, son expuestos 15 óleos y 10 dibujos. La muestra se llevó a cabo del 18 de junio al 30 de septiembre. Pero el 24 de ese mismo mes fallece en su pueblo a los 53 años de una hemorragia cerebral.

Casi toda la obra de Zabaleta está pintada en su tierra. Amante de los espacios abiertos, de los paisajes de la Sierra de Cazorla, de la luz, del color; se identifica plenamente con los objetos y personajes que él bien conoce. Viaja cuando es necesario por su arte y por su arte siempre vuelve al pueblo para pintar los campesinos rudos y austeros en sus faenas agrícolas y con su indumentaria; libres de lo anecdótico y cargados de humanidad y trascendencia. Su pintura posee un cromatismo fuerte, a veces violento, de un expresionismo realista, personal e inconfundible. Puede visitarse el Museo Zabaleta