Retratos de mármol


Miles de fotografía podemos almacenar en el disco duro de nuestro ordenador. Cientos referidas a nuestros familiares o amigos. Solos o en compañía, en grupos numerosos o reducidos. Siempre para ratificar, cuando comparamos las pasadas con las presentes, que los efectos negativos del tiempo en las personas son inexorables. También un anciano romano de clase alta, no de la actual capital de Italia sino de la Roma antigua, podía comprobar esos cambios acariciando las formas del retrato que se hizo esculpir en sus años de pujanza, entendiéndose como retrato la plasmación de los rasgos de una persona en concreto. Refiriéndose a la cultura romana, la mayor parte de la producción de retratos se llevó a cabo en materiales pétreos y de éstos, gran parte en mármol.

El proceso de ejecución de estas escultura retrato no ha cambiado apenas a lo largo de los siglos. Las huellas de gradinas cinceles y punteros han quedado grabadas en las zonas esbozadas que iban a ser menos vistas. Los operarios de los talleres se encargaban de desbastar el bloque, dejando a los escultores la parte propiamente artística.

El retrato romano podía ser oficial o privado, el costo de este último podía variar en función de las posibilidades adquisitivas del cliente. Podía esculpirse solamente una cabeza que descansaba sobre una peana. De mayor costo era la escultura de cuerpo entero y de una sola pieza o estatua-retrato. Una variante de esta última consistía en acoplar  la cabeza a un cuerpo seriado, es decir, de los ya preparados iguales y almacenados en espera del encargo, en cuyo caso sólo había que esculpir la cabeza del retratado. También se llevaaron a cabo los bustos en los cuales la figura del retratado llegaba hasta el pecho o cintura descansando sobre una peana cuadrangular. Otro tipo formal de retrato era el relieve sobre todo para encargos privados. Podía tratarse de una placa para colocar en un plano arquitectónico, estela o en el frente de un sarcófago.

El retrato romano referido a la producción en Hispania, sobre todo en las primeras épocas, se rigió por las mismas normas, parámetros y reglas que los producidos en la metrópoli, siguiendo la misma evolución estilística de aquella. Los retratos más antiguos descubiertos en la península fueron hallados en las zonas lusitanas y Béticas. Las características de éstos son los rasgos inexpresivos y un tratamiento duro en el modelado. Cabe destacar el elevado número de retratos masculinos frente a lo femeninos. Posiblemente debido al papel secundario desempeñado por la mujer en las primeras épocas. El retrato comienza a evolucionar hasta llegar a las órbitas de Julio y Claudio en los que cobra su mayor apogeo. Despega de encasillamientos llevándose a cabo trabajos de suma libertad creativa aumentando cualitativa y cuantitativamente la producción.

A partir del siglo II A.C. el retrato privado experimentará importantes cambios formales y estilísticos. Sofisticados peinados con bucles en la mujer, y barbas finamente recortadas en el hombre. Un detalle a destacar es el resalte del iris y la pupila, mediante  el cual, se gana expresión en la mirada.

Una costumbre era mostrar en las casas romanas las efigies de sus antepasados al igual

que en épocas posteriores se hacía con los blasones, con el fin común de mostrar el prestigio social. El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, posee una extensa colección de retratos con una extensa multiplicidad de rasgos físicos y fisiognómicos de ciudadanos anónimos o ilustres de épocas en las que el Imperio se extendía mucho más allá de la bota itálica.