El autodidacta


El futuro del niño no parecía ser otro que el de manejar la maquinaria de un pozo de agua, actividad de su padre, en aquellas latitudes donde el líquido elemento no sobra. Además y a la sazón, el ambiente artístico de las islas era nulo, nada hacía pensar que un entorno familiar humilde y alejado de cualquier manifestación artística, surgiera en el niño la temprana afición de arrancar a un trozo de madera, y a punta de navaja, algunas formas predeterminadas. Es cierto que su madre, mujer sensible, le apoyaba en sus incipientes deseos creativos; pero no podía hacer más.

En 1915 nace Plácido Fleitas Hernández en el pequeño pueblo de Telde, en Gran Canaria. A los tres años se traslada con su familia a vivir a Las Palmas y a los seis ayuda en lo que puede ya que el único ingreso familiar lo proporciona el padre. Pasa poco tiempo en la escuela y casi tiene que aprender por sí mismo a leer y escribir. En sus principios artísticos la información o enseñanza que tuvo fue la de la propia observación de su entorno, y casi siempre el autodidactismo fue la constante de su vida.

Cuando tenía siete años un amigo de la familia, conocedor de las inquietudes del niño, lo inscribió en la Escuela Municipal para que asistiera a las clases de dibujo. Pero aunque adquirió alguna soltura con el lápiz permaneció poco tiempo en ella pues él quería que le enseñaran las técnicas de la escultura y allí nadie la practicaba. Lo más que consiguió fue trabajar en una pequeña fábrica de muebles donde las tallas eran realizadas por hábiles artesanos. Y allí comenzó el artista a conocer profundamente las cualidades de la madera y las herramientas con las que tallarla; unos conocimientos y técnicas  muy útiles y cercanas a sus aspiraciones de ser escultor además del medio para su subsistencia.

En 1929 asiste a la Escuela de Luján Pérez, (curiosamente el nombre de esta Academia es el del imaginero canario del siglo XVIII cuya formación artística fue totalmente autodidacta). En ella Fleitas desarrolla sus propias ideas pues las directrices del Centro son dejar amplio margen en la iniciativa individual. Comienza  a participar en colectivas organizadas por los propios alumnos de la Escuela. En estas exposiciones su obra  suscita interés y salta a las páginas de la prensa de Las Palmas. Trabaja incansablemente y con veinte años lleva a cabo su primera exposición individual. Por su cuenta alquila un pequeño local y expone veintiuna piezas de madera en las que refleja su interés por el arte aborigen canario. La muestra tuvo un gran éxito de público además de vender algunas piezas y recibir otros encargos.

La guerra civil frustró sus proyectos de realizar un viaje de estudios por España. Destinado a Fuerteventura tuvo una estancia breve en la isla pero marcó una nueva etapa en su trabajo. Conoce la piedra de Tindaya o de luna, por su color gris metálico; muchas obras posteriores fueron esculpidas en esta piedra. En 1939 realiza unos relieves para el Cabildo Insular de Gran Canaria y en 1943 gana el primer premio en la I Bienal de Artistas Canarios. Instala su taller en una vieja casa de Las Palmas pero casi toda su obra la realiza al aire libre: en el monte, en un barranco o en la playa. Allá donde se encontrara  la piedra idónea se ponía a trabajar, muchas veces en lugares recónditos. En 1950 realiza una exposición en Madrid y otra en Barcelona. Permanece dos años en París con una beca de estudios del gobierno francés, siendo contertulio de Picasso; éste le hizo un dibujo en el timple que siempre llevaba consigo. Como consecuencia de este viaje, sus esculturas tienden a la abstracción y a partir del 57 toda su obra es abstracta. Una muestra de ella puede verse en el Museo de Arte contemporáneo de Madrid. Fleitas falleció en las Palmas de Gran Canaria en diciembre de 1972.