La cera perdida

Este procedimiento para la fundición de esculturas en bronce es un método empleado desde la antigüedad por los chinos y en la Grecia clásica. Pero es en el Renacimiento cuando cobra auge e importancia. Donatello, Verrocchio, Cellini y otros tantos excelentes maestros escultores realizaron bellísimas y famosas esculturas utilizando este método que, aparte de los cambios que han proporcionado los avances técnicos, ha llegado hasta nuestros días. Los principios básicos de este método siguen siendo los mismos.

El material empleado en la fundición, como este procedimiento indica, es la cera. En la antigüedad se empleaba cera de abejas pura. Posteriormente con el descubrimiento y utilización del petróleo, una de las múltiples sustancias extraídas de éste es la parafina. Esta sustancia parecida a la cera se mezcla con pequeñas cantidades ésta, resultando una mezcla de igual utilidad y más económica. La cera de fundición se fabrica en tabletas de cinco kilos coloreada en rojo o marrón oscuro.

Una vez terminada la escultura en arcilla, se obtiene de la misma un molde de silicona y de éste una reproducción hueca en cera. Se prepara material refractario a base de ladrillo molido mezclado con escayola; el primero lo proporcionan ciertas fábricas de ladrillos y tejas que trituran en molinos las piezas rotas y desechadas; algunas pistas de tenis están hechas de este material. La mezcla se amasa con agua rellenando con ésta el interior de la figura; el material fraguado se denomina macho. En la superficie exterior de la misma se sueldan con calor cilindros de cera del grosor de un dedo meñique, comunicados unos con otros y denominados bebederos o chimeneas. En la cabeza se coloca un cono levemente truncado e invertido también de cera, por éste penetrará el bronce. Se proyecta sobre la superficie un material cerámico líquido, recubriendo todos los detalles y los cilindros y se espera a que endurezca. A continuación se introduce la figura en un cilindro metálico, llamado camisa,  de más diámetro y más altura que dicha figura. Se vierte material refractario semilíquido en el interior hasta que llegue al nivel del cono invertido. Una vez fraguado se deja endurecer y secar lentamente.

Cuando ha perdido gran parte de la humedad, el molde está listo para cocer. Se coloca  junto con otros tantos, en una plataforma metálica con ruedas y se introducen en un horno de ladrillos refractarios. Este habitáculo se calienta con quemadores de petróleo parecidos a los de una caldera de calefacción pero más potentes. Los moldes permanecen en el horno al menos cuarenta y ocho horas dependiendo del tamaño de los mismos y a ochocientos grados. A esta temperatura la cera se licua primero y después se evapora y desaparece del interior del molde. Y de ahí la denominación del “procedimiento a la cera perdida”. No debe quedar vestigio alguno de este material, si fuera así, el molde podría estallar al verter el bronce. Por una mirilla se observa el proceso de cocción y colocando un cristal sobre una pequeña chimenea se comprueba si la cera ha desaparecido de los moldes. Cuando el cristal se empaña queda cera, cuando se observa limpio, la cera se ha volatilizado por completo y los moldes han perdido totalmente su humedad; el horno ya se puede apagar.

Es conveniente que los moldes estén algo calientes para que no vuelvan a coger humedad. En estas condiciones están listos para verter en ellos, por el embudo que  dejó el cono invertido, bronce fundido; éste penetrará en los huecos que la cera ocupaba, reproduciendo los más leves detalles de la primitiva figura.