Abu Simbel (yII)

Pero el gobierno egipcio también tenía un plan alternativo y menos costoso. Fue ideado por un ingeniero italiano y estudiada su viabilidad por la casa sueca de ingenieros consultores Vattenbiggnadsbyran (VBB). Consistía este proyecto en cortar los templos en bloques todo lo mayor posibles numerarlos, elevarlos y reconstruirlos  más arriba. El costo se rebajaría de los ochenta o noventa millones de dólares del proyecto anterior a treinta y seis; reduciendo, además, en dos años el tiempo de realización. Egipto aportaría once millones y los países miembros de la UNESCO prometieron diecisiete. Por fin, en marzo de1964, con estas perspectivas presupuestarias y a seis meses de que posiblemente el Nilo inundase el lugar, dio comienzo el gigantesco proyecto. Se comenzó por construir una ataguía o dique neumático alrededor de los templos con una longitud de 365 metros y 25 de altura. Si esto era difícil en cualquier otro sitio, en Abu Simbel no  había carreteras ni ferrocarril ni obreros. Todo el material, maquinaria, herramientas y trabajadores deberían ser traídos en embarcaciones desde Asuán; esta ciudad se encuentra a  280 Kilómetros, río abajo.

Las altas temperaturas calentaban las herramientas hasta el punto de tener que transportarlas en recipientes de agua o refrigerarlas continuamente. Los treinta y ocho grados a la sombra y cincuenta al sol, deshidrataban a los trabajadores cinco litros al día. La arena fue una pesadilla para los mecánicos que se esforzaban en evitar que el fino material se introdujese en la maquinaria. Bajo estas condiciones y presionados por la crecida del Nilo, se trabajó a marchas forzadas. Las lluvias abundantes de otoño elevaron el nivel de las aguas por lo que se hubo de contratar más obreros  para terminar el dique.

En agosto la crecida anual del Nilo había pasado. El nivel de las aguas se encontraba a un metro del tope del dique. Los trabajos se llevaban a cabo con lentitud debido a las características de los mismos. No se podían utilizar ciertas máquinas de uso normal en trabajos de ingeniería, los explosivos estaban descartados por completo. El agua, aún en pequeñas cantidades podría reblandecer la delicada piedra arenisca. Pero era necesario desembarazar a los templos de trescientas cincuenta mil toneladas de piedra de para llegar a los techos y paredes de los mismos y proceder al troceado.

Se procedió a cortar tanto las paredes como las esculturas ciclópeas. Para esta delicada operación fueron contratados especialistas aserradores italianos, de las canteras de mármol de Carrara.  Para desmontar la fachada del templo mayor, fue seccionada en 350 bloques de cinco a treinta toneladas cada uno.

Cada pieza una vez cortada se numeraba, se retiraba con una grúa y se depositaba en un trasporte con el fondo de arena y paredes tapizadas de viruta de plástico. Después se trasladaba más arriba a un depósito cercano al nuevo emplazamiento, situado a 180 metros de distancias y 65 más arriba de los farallones donde se encontraba. Las piezas volvieron a montarse y una vez terminados, fueron cubiertos de sendas cúpulas de hormigón armado, las cuales a su vez se cubrieron con piedras y arena. Las fachadas aparecen exactamente como en su emplazamiento anterior, todo esto después de cuatro años de trabajo. Los templos pueden visitarse viajando desde Assuan en avión o recorriendo trescientos kilómetros por una carretera a través del desierto.

Como agradecimiento a la colaboración de España, el gobierno egipcio regaló el pequeño templo de Debod, también rescatado de las aguas,  que fue reubicado en Madrid.