El amigo del emperador (yII)

Realiza importantísimas obras religiosas como el Descendimiento de Cristo (Louvre) o El Santo Entierro (Prado). Pero igualmente pinta temas mitológicos continuamente renovados. Extiende sobre sus lienzos, amarillos y rojos que se mezclan con el verde de los bosques y se encalman con los suaves azules de sus celajes. Así surgen del cuadro verdaderas “poesías”, como son llamadas estas esplendidas composiciones mitológicas por su autor, incluyendo a las voluptuosas  y sensuales Danae, Leda o Venus (Venus de Urbino, Galería Uffizi, Florencia).

Viajó mucho para atender los encargos que le eran solicitados de reyes, emperadores, archiduques o cardenales. Realiza el Retrato del Papa Paulo III (Galería Capodimonte Nápoles), así como el Retrato de la Emperatriz Isabel (Prado), esposa de Carlos V. Varias veces llevó a los lienzos al emperador, destacando entre ellos, el Retrato ecuestre de Carlos V (Prado), con motivo de la batalla y victoria de Mülberg. De espléndido cromatismo, sobre todo en la resplandeciente armadura de acero y oro que luce el monarca. Esta armadura se encuentra expuesta en la Real Armería, Madrid.

También, por encargo de Carlos V, retrata su hijo Felipe II que contaba, a la sazón, veinticuatro años. Este lienzo fue llevado a los Países Bajos para mostrarlo a María de Austria, tía de Felipe. Luego se envió a Londres, así María Tudor podría conocer al que sería su esposo. Una vez en el trono Felipe II, Tiziano siguió recibiendo encargos del nuevo monarca.

Y con el transcurrir de los años  Tiziano gana en perfección, experimenta con el color utilizando espátulas, pinceles, trapos. A veces, el cuadro es acabado con los dedos, convirtiendo tonos claros en medios tonos. Utilizando rosa sobre blanco, blanco sobre blanco y añadiendo  pizcas de verde y azul, consigue encarnaciones tan reales que, a decir de muchos, brotaría sangre de las misma si se hirieran. Ningún otro pintor dio tanto realismo y veracidad al desnudo. Crítico consigo mismo, Tiziano apoyaba en la pared el lienzo terminado, olvidándolo durante un tiempo; después volvía a revisarlo como si de un  enemigo se tratase. Si algo no le gustaba, lo rehacía meticulosamente hasta que el cuadro alcanzaba la máxima perfección. Sus figuras van ganando liviandad;  animadas por la luz, en atmósferas irreales, alcanzan el súmmum  de la perfección pictórica; como ejemplo El Martirio de San Lorenzo (El Escorial) encargo de FelipeII y que tardó diez años en concluirlo. Ya octogenario, el gran maestro no abandona el ímpetu creativo, El Pastor y la ninfa (Museo de Viena), son muestra de su vigoroso estilo).

En 1576 la peste arrasa Venecia y se cobra cincuenta mil vidas, la cuarta parte de la población de aquel entonces. También murió Tiziano, y por estos dantescos motivos, estaban prohibidos los enterramientos en la ciudad. Los cadáveres se sacaban por la noche para darles tierra en una isla alejada. A Tiziano, por el contrario, se le dio sepultura con gran pompa en la iglesia de Santa María de los Frailes para la cual, el excelso pintor había realizado  muchas obras. Su hijo predilecto, Horacio, muere pocos días después y la casa  queda abandonada, siendo saqueada por los ladrones.

Su vida fue placentera y totalmente dedicada a su arte. Admirado y reconocido por príncipes, literatos y personalidades de su época. Tanto como para que un emperador se agachase a recoger su pincel.