El bodegón
Aún pervive este vocablo en algunos lugares en valdepeñas hay un bar con este nombre. Esta palabra comienza a utilizarse, en términos artísticos, en el siglo XVII para designar a los cuadros en los que se representa escenas en las que se cocina o se sirven bebidas, ya que precisamente estos lugares se llamaban así: bodegas o bodegones. Quizás fuese Velázquez uno de los primeros en denominar de esta manera a sus cuadros pintados en esos ambientes como su famoso lienzo “Vieja friendo huevos” (Galería Nacional de Edimburgo). También puede prescindirse de la figura humana hasta representar elementos que de por sí, toman protagonismo: flores, caza, pesca, cacharros, instrumentos musicales, frutas, verduras, todo tipo de alimentos y otros objetos. No obstante hay que remontarse, como en otros muchos aspectos artísticos, a los egipcios para observar que esta civilización ya realizaba pinturas con esta temática; arrumbada en el olvido y retomada posteriormente
Con parecido significado de bodegón, un siglo antes, los franceses denominaron ‹‹Nature Morte›› y los ingleses ‹‹Still Life››, “Naturaleza Muerta”, a los cuadros con elementos inanimados y ausencia de la figura humana. Cuando la Reforma luterana hizo desaparecer los temas religiosos, este tipo de pintura cobró gran importancia y se hizo muy popular en la Europa protestante. Además de representar objetos dispuestos en el cuadro como elementos compositivos de valor artístico y pictórico sin más; muchos artistas, además de ello, plasmaron todo tipo de simbologías y moralejas, incluyendo calaveras, espejos, velas, mariposas, relojes de arena: transitoriedad de la vida… Pan, vino o agua, con referencias a la pasión, a los santos o a la Virgen. Unas simples flores, pero que florecen en determinadas épocas del año, podrían sugerir el tiempo o las estaciones. También las flores pueden esconder significados literarios o religiosos.
Casi todos los artistas han pintado alguna vez una naturaleza muerta aunque sólo fuera por mero ejercicio. En la pintura italiana, el bodegón se muestra en contadas ocasiones como tema independiente; será Caravaggio de los pocos interesados que concedan importancia a este tema, llevando a cabo bellas composiciones florales. Podrían considerarse bodegones las curiosas pinturas de Giuseppe Arcimboldo (1527-1593), sus cabezas, retratos o alegorías, las realiza componiendo frutas, verduras y raíces con resultados sorprendentes. Un bodegón conocidísimo es el “Buey desollado” (Louvre), de rembrandt; del mismo autor se exhibe otro cuadro con el mismo tema en el museo de Glasgow. De la pintura barroca cabe destacar a Luís Eugenio Meléndez (1716-1780). Aún siendo un excelente pintor de figura, se centró en el bodegón; en gran parte de su producción pictórica muestra su maestría en esta temática. Representa con virtuosismo las frutas, pescados, cobres, cerámicas y otros elementos de uso cotidiano, con resultados extraordinarios.
El movimiento impresionista sacó partido a los efectos de color que las flores ofrecen. Cezanne, entre ellos, fue el que pintó mayor cantidad de bodegones. Poco después, en el Postimpresionismo y dentro de su ingente obra, Vincent van Gogh lleva a cabo numerosos trabajos con flores. De unas botas gastadas y viejas consigue bellísimos bodegones de gran fuerza expresiva. Pero quizás los más famosos del mundo, de este mismo artista, sean la serie de “Los girasoles”. En 1987, uno de estos lienzos alcanzó en una subasta cuarenta millones de dólares; ironías sangrantes y desgarradoras de la vida pues, como es sabido, el pobre Vincent tuvo una existencia extremadamente mísera y un final dramático.