El relieve en escultura
El relieve es una escultura-cuadro. La primera, porque realmente las materias, las herramientas y las técnicas son propias de un trabajo escultórico. El segundo, porque las dimensiones largo y alto predominan sobre la tercera (profundidad), proporcionalmente mucho menor; además de otras cuestiones, el relieve se instala verticalmente sobre una pared o muro para contemplarlo como si de una pintura o mural se tratara. Permite realizar trabajos que serían dificultosos de llevar a cabo con la escultura exenta o de bulto (figura trabajada en todos su volúmenes y puede observarse desde todos los ángulos).
El relieve como forma de expresión ya fue utilizado con profusión por los egipcios. Una singularidad en éstos, igual que en sus pinturas, era representar el cuerpo humano con el torso de frente aunque las piernas estén en actitud de caminar, la cabeza de perfil y el ojo de frente; el dedo gordo de los pies se ve de perfil en ambos. Fueron precursores del relieve hundido, en el cual, las figuras están por debajo de la superficie original o al mismo nivel. La cultura Asiria (antigua Mesopotamia), elevó el relieve a su máxima expresión; esculpidos minuciosamente y con maestría, son crónicas históricas con representaciones de caza, guerra, crueles castigos al vencido, fiestas y ceremonias (“Leona herida”, British Museum); de forma prolija describen atuendos, armas y costumbres. De los persas es el famoso “Friso de los arqueros”, bellísimo relieve policromado, llevado a cabo con ladrillos esmaltados; representan los arqueros de la guardia real (Louvre, siglo V a.C. procedente del palacio de Darío en Susa, actual Irán). En los templos griegos, romanos y Neoclásicos, se realizaron relieves para los frontones (superficie triangular sobre las columnas de la fachada), una o dos figuras centrales están de pie, a derecha e izquierda, sentadas y en los extremos, tumbadas; de este modo, ocupan el triángulo isósceles. La “Columna Trajana” (Roma), de 42 m. de altura, narra en un relieve helicoidal de 200m. alrededor de la misma, las victorias de Trajano contra los Dacios.
El relieve, según el grosor de las figuras, se denomina: bajorrelieve, mediorrelieve y altorrelieve. Si sacamos una moneda el bolsillo y la observamos, tendremos ante nosotros un bajorrelieve. En el segundo caso, las figuras pueden sobresalir hasta la mitad de su volumen; en el tercero, lo representado emerge tres cuartos y, a veces, la parte superior de las figuras quedan despegadas del plano. Los volúmenes deben distribuirse a lo largo y alto de la superficie, evitando escorzos o salientes acusados; por ejemplo, si nos apoyamos a una pared como figura integrante de un altorrelieve, podemos colocarnos de frente, de perfil, de espaldas, mover la cabeza en cualquier posición, extender los brazos pegados al muro. Pero no podríamos llevarlos hacia el espectador, se saldrían del plano y romperían la uniformidad del conjunto. El borde inferior del relieve o base donde se apoyan las figuras, debe ser un plano inclinado hacia fuera y no horizontal, de esta forma se podrán colocar los pies en cualquier posición. El relieve toma los recursos del dibujo o la pintura en cuanto a perspectiva se refiere. Cuando se quiere representar en un trabajo la sensación de lejanía o profundidad, las figuras o elementos de segundo o tercer plano, deberán ir reduciendo en tamaño y grosor.
Durante el proceso de ejecución de un relieve, debe cambiarse la iluminación de vez en cuando para controlar sus efectos. Una vez acabado, la luz natural o artificial modelará los volúmenes y el conjunto quedará realzado.