La talla en madera (y II)

Y lógicamente, ante la amplísima gama de posibilidades que la madera ha brindado al ser humano en todas las facetas materiales o de subsistencia, ninguna cultura o civilización podía dejar de utilizarla, para fines puramente espirituales o, como poco, ornamentales, obviando lo práctico y recibiendo satisfacción con la sola contemplación de la obra realizada: la escultura.

Para la talla de una escultura en madera, ésta debe  estar bien seca y curada (exenta de agua y savia). El tiempo para este proceso dependerá de la clase de madera; las livianas tardan menos en secar que las densas o más pesadas, pero nunca menos de un año, a veces, varios. En algunas ocasiones y para acelerar el secado, se sumerge el tronco recién cortado en agua, ésta ocupa los vasos conductores y desplaza la savia, que aflora al exterior. Una vez fuera del agua, los vasos se desocupan en menos tiempo que llenos de savia.  Actualmente, las maderas son curadas de forma artificial en hornos especiales de aire caliente, el proceso es más rápido.

No es aconsejable realizar una talla directamente de un tronco. Con toda probabilidad se agrietará. Es conveniente aserrarlo longitudinalmente y desechar el corazón del árbol (parte central). Muchas imágenes antiguas de iglesias o catedrales, talladas de un tronco y colocadas en alto o pegadas a un muro, fueron vaciadas por la espalda (no visible), para evitar lo dicho. En figuras grandes, se van pegando tablones, de tal forma que el interior de las mismas quede hueco; a menor masa, menor posibilidad de grietas. Aun así, Henry Moore  contraviniendo las normas, tallaba  grandes troncos de olmo recién cortados (la madera verde es más blanda), acarreándole algunos problemas de agrietamiento.

Muchas son las maderas aptas para la talla. Poseen infinidad de colores, grano, textura, veta, densidad, dureza, liviandad; siempre cálidas y fragantes. Para figuras que irán cubiertas de policromía, no importa la veta; sin embargo, para realizar una cabeza,  por ejemplo, la madera carecerá de dichas vetas porque entorpecerían los rasgos y volúmenes. En otros casos, para trabajos no figurativos y de curvas sinuosas, se busca la belleza de la madera veteada. Por citar algunas, son apropiadas para tallar las maderas de: peral, manzano, cerezo, arce, alerce, abedul, castaño, nogal, caoba, tilo, roble, olmo y varias clases de pino. Otras son menos conocidas y procedentes de países de ultramar como la bubinga, coral, wengue,  mansonia, samba etc.

Los útiles para tallar madera han variado poco, quizás la sierra de cinta o el disco para desbastar el material que sobra, hasta acercarse a la figura. La herramienta característica y por excelencia de la talla en madera es la gubia. Parecida a un formón pero la hoja está curvada longitudinalmente en forma de canalón o “media caña”, con filo (boca), obviamente curvo. Por la forma de la hoja, las gubias pueden ser rectas, curvas y acodadas. Las de corte en forma de “V” se llaman de “pico de gorrión”. Se fabrican con distinta anchura de boca y diferente apertura de arco. Un maestro tallista puede disponer  en su taller de más de 300 gubias e incluso alguno se ha fabricado el útil  especial para determinados detalles. La gubia es golpeada en la testa del puño con la maza o el mazo, ambos de madera dura y pesada, como la encina o el lignum vitae (palo santo). Para el acabado y detalles, la gubia se empuja con la mano derecha y se dirige o frena con la izquierda (los zurdos, al revés). El acabado superficial, dependerá de cada artista: en el color natural de la madera, teñida, policromada, barnizada, encerada, pulida, rugosa, visibles las señales de la herramienta…

El Barroco en España, supuso el mayor auge en el tallado de la madera (escultura religiosa), con sus distintas escuelas e innumerables artistas imagineros: Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro Mena, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Juan de Mesa, Francisco Salzillo, por citar algunos.

Actualmente la escultura en madera, tanto abstracta como figurativa, se suele dejar en su color natural, cubierta de barniz satinado o  encerada.