Artistas contra el crimen
El asaltante de mujeres llevaba varios meses aterrorizando a sus víctimas. Las amenazaba con una afilada navaja y las violaba. Todas las afectadas coincidían en varios aspectos físicos del violador: estatura, color del cabello, rasgos de la cara, etc. Aún así y habiendo hecho circular esta información, el malhechor seguía cometiendo atropellos y no era posible su captura.
Este caso verídico acaeció hace años en los Ángeles, California. Los hechos siguieron sucediendo hasta que un agente de la policía realizó un dibujo del criminal cuyo parecido fue confirmado por varias de las víctimas. Se reprodujo el boceto y fue distribuido por las oficinas policiales. Pocas horas más tarde, un agente observó a un individuo que circulaba en su automóvil y tenía un gran parecido con el dibujo expuesto en el tablero de su departamento. El policía lo detuvo y condujo a comisaría; en ella se llevó a cabo una rueda de reconocimiento y fue identificado como el autor de las violaciones; resultó ser un técnico de cine de 29 años. Durante el proceso, nuevas pruebas salieron a la luz. Juzgado, fue hallado culpable y condenado.
En un atraco a un banco de Nueva York, dos delincuentes consiguieron apoderarse de un maletín repleto de billetes y cheques. Una empleada de la entidad resaltó un detalle aparentemente sin importancia: en su declaración insistía en que uno de los atracadores tenía la nuez de un tamaño exagerado. El dibujante de la policía realizó un boceto sin resaltar la garganta tanto como la testigo decía. Semanas más tarde, este atracador fue detenido al desobedecer una señal de tráfico y reconocido, por el retrato, como autor del robo. El dibujante observó que, efectivamente, el malhechor tenía la nuez anormalmente grande, tal y como la había descrito la joven empleada, por lo que le pidió disculpas.
Los sistemas informáticos y el ordenador han invadido todos los ámbitos del quehacer humano. Por eso la policía, sirviéndose de éstos, consigue fotografías o retratos robots muy reales, con los que se puede identificar a los delincuentes. Actualmente, los dibujantes dan los últimos toques finales, manualmente, a la composición. Pero hasta entonces y durante mucho tiempo, este trabajo lo llevaba a cabo sólo el dibujante; un dibujante que realizaba el trabajo artístico más difícil del mundo: realizar el retrato de un modelo que no está presente, que no conoce y que nunca ha visto. Los artistas de la policía, mostraban a los testigos o víctimas unas galerías o muestras de facciones humanas (ojos, narices, bocas, mentones etc.), de las cuales elegían algunas. Con ellas tal cual o modificadas, y junto con las descripciones verbales, dibujaban un boceto que mostraban de vez en cuando a los afectados; corrigiendo, añadiendo o quitando según sus indicaciones. También incitaban, para reavivar la insegura memoria de algunos testigos, a comparar algún rasgo de personas famosas con el delincuente buscado. Las mujeres muestran mayor retentiva, para los pequeños detalles, que los hombres. Al final llegaban al dibujo de un rostro que, en la mayoría de los casos, tenía un sorprendente parecido con el malhechor.
Una vez que los afectados reconocían en el dibujo, con cierta seguridad, al individuo buscado, podían, pero no antes, complementar su reconocimiento con una galería de fotos de antisociales fichados por la policía. De esta forma, fijando en primer lugar la atención del testigo en el dibujo del criminal, su memoria no se vicia por la observación de tantas caras distintas. Se llegó a comparar la eficacia de la pistola del agente, con el lápiz del artista como “arma” contra el crimen.