Benvenuto (y II)
Con el estaño aleado al bronce, éste llenaba rápidamente todas las partes del molde con la satisfacción del escultor y todos los operarios que, entusiasmados, gritaban de alegría y admiraban el buen hacer del maestro.
La fundición de esta obra, requirió conocimientos especiales de fundición y una gran pericia por parte del artista. Actualmente, ningún fundidor se atrevería a fundir una escultura de tales características ¡en una sola pieza! como se realizó aquella. Con las nuevas técnicas de soldadura, las esculturas grandes se funden en partes de un metro de altura como máximo; después se sueldan y se repasan sin que se aprecien apenas las uniones de las piezas. Si falla el proceso de fundición, puede perderse alguna porción, que, con su correspondiente molde, se funde nuevamente, pero no toda la obra.
A primeras horas de la mañana, el jueves 27 de abril de 1554 se descubrió la estatua realizada por encargo del duque Cosme I de Médici, quién pagó por la misma 3.500 escudos de oro. Se trataba del “Perseo”, una escultura de 3,20m de altura y 800 Kg. de peso; sostiene en la mano derecha una espada y en la siniestra, la cabeza de Medusa. El cuerpo decapitado de la Gorgona yace a los pies del héroe mitológico. La estatua se emplazó, y allí se encuentra, en la Loggia dei Lanzi, en la Plaza de la Señoría de Florencia. Los florentinos, entendidos en arte, comenzaron, como era costumbre, a pegar en el pedestal (otra obra de arte), innumerables sonetos y escritos, emitiendo opiniones sobre la obra. Todas ellas alababan el bellísimo trabajo escultórico y a su creador, el maestro Benvenuto.
Benvenuto Cellini Granacci (1500-1571), nació y murió en Florencia. Transcurrieron dieciocho años sin que los padres tuvieran descendencia, tras los cuales, la madre tuvo dos abortos, luego una hija y después, tuvieron al varón. La alegría del padre le hizo exclamar: “Bienvenido seas”, y así se llamó en italiano: Benvenuto.
Este gran artista florentino, además de escultor, fue un extraordinario dibujante, y sobre todo, orfebre. Creó innumerables trabajos de orfebrería: medallones, colgantes, copas y vasos bellamente repujados, diseñó monedas conmemorativas y toda clase de joyas. Desgraciadamente, gran parte de su obra en esta especialidad ha desaparecido. Es célebre el salero en oro que realizó para Francisco I de Francia, durante su estancia en aquel país al servicio de este Rey. Fue robado de un museo de Viena en 2003 y recuperado poco después. Un bellísimo Cristo en mármol blanco de carrara sobre una cruz de mármol negro, fue realizado por el escultor para su tumba, pero ante la insistencia del ya citado Médici, hubo de vendérselo. Éste lo regaló a Felipe II que lo emplazó en el Monasterio del Escorial, donde puede admirarse.
Pero además de su obra artística, el orfebre escultor aumentó su celebridad cuando entre 1558 y 1566 redactó sus memorias (“Mi vida”), publicada por primera vez en Nápoles en 1728, traduciéndose a distintas lenguas, está considerada una excelente obra de la literatura renacentista. En ella, el artista relata sus vivencias y aventuras como la mejor novela de capa y espada y como telón de fondo, el mítico Renacimiento; además nuestro protagonista se autocalifica de intrépido, impulsivo, fanfarrón y vividor. Es perseguido por asesinato, encarcelado por el papa, acusado de robo y sodomía. Tuvo amigos ilustres, entre ellos, los citados Francisco I de Francia, el Dux de Florencia y el célebre Miguel Ángel. A su muerte, fue trasladado a hombros por cuatro miembros de la Academia florentina, desde su residencia hasta la iglesia de la Annunciata, donde fueron depositados lo restos mortales de este ilustre artista del manierismo italiano.