Arte alquilado
Un acaudalado comerciante en pieles de Nueva York, era un gran aficionado a las obras de arte. Apasionado de la pintura, compraba cuadros a decenas. Su casa estaba abarrotada de lienzos, no había espacio posible donde colgar más y los guardaba amontonados. Entonces comenzó colocar pinturas en las residencias de sus dos hijas casadas, Ruth Butler y Eleanor Sadowsky. Pero las paredes de los pisos de éstas se llenaron igualmente y las dos hermanas pensaron prestar cuadros a sus amigos. Esta idea fue recibida por sus amistades con tal entusiasmo, que decidieron ceder pinturas al público en general mediante un alquiler remunerado.
De esta manera surgió la Pinacoteca Circulante de Nueva York, durante mucho tiempo coordinada por las dos hermanas. Las ganancias obtenidas, las invertían nuevamente en pintura contemporánea, llevando a cabo, con estas nuevas adquisiciones, una labor de mecenazgo de nuevos valores. Esta modalidad de hacer llegar el arte a los hogares fue imitada por numerosos museos en Estados Unidos. En los años sesenta del pasado siglo, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, disponía de 700 obras para el servicio de préstamo (exclusivo para socios). Por aquellas fechas, el museo registraba más de 4.200 préstamos. Las galerías estadounidenses, recibieron positivamente la entrada de los museos en la modalidad de préstamos, para los comerciantes de arte resultaba muy positivo el que se motivase la afición del público por las obras de arte y su adquisición. Se proporcionaban obras de calidad a cientos de personas con el consiguiente aumento en las ventas por parte de los artistas. En otras épocas, los creadores vivían esperando las compras de algunos potentados mecenas que eran los que podían adquirir sus obras.
Comenzaron a abrirse nuevas galerías de arte, la afluencia de público aumentó, también el de compradores, con la modalidad de alquiler y plazos, clientes con menor poder adquisitivo podían comprar un cuadro o una escultura que de otra forma no hubieran podido adquirir. Para incentivar la adquisición de un cuadro, al posible cliente se le ofrecía la posibilidad de llevar el lienzo a su casa, pagando un alquiler mensual que suponía el 2% del precio de venta de la obra. Si al cabo de unos meses decidía quedárselo, las mensualidades pagadas por alquiler, se consideraban plazos a descontar del importe total y el comprador continuaba abonando los pagos restantes; la obra no sufría ningún incremento por esta modalidad y podía retenerse por un año en alquiler. Durante todo el tiempo, la obra estaba asegurada por la galería. Además de los modestos compradores, muchos actores de Holliwood han llenado sus casas de cuadros y esculturas, mediante esta modalidad de alquiler, para sus fiestas y celebraciones; con la complacencia del galerista pues siempre se ha quedado más de una obra definitivamente en la mansión.
En España, la adquisición a plazos tiene una variante, los pagos se hacen por adelantado y después se adquiere la obra. Al cliente de una galería se le abre una cuenta y éste va ingresando en ella las cantidades que considere oportunas, según sus posibilidades. A lo largo del tiempo es invitado a las exposiciones llevadas a cabo en la sala; si no le interesa lo expuesto, espera hasta que le guste una obra. Cuando se decide por un cuadro o escultura, paga con el saldo que ha ido acumulando en su cuenta. Si le falta dinero, lo abona; si le sobra, puede seguir ingresando hasta poder llevar a cabo una nueva adquisición.