El fotógrafo viajero

Fue la primera persona en cruzar el estrecho de Gibraltar en globo y en cierta ocasión cayó sobre un avión con el traje de vuelo ardiendo. En 1913 fue condecorado por su participación como piloto de aeroplano y observador de globo en la guerra de África. Fundó la primera empresa constructora de aviones española C.A.S.A. y presidente durante más de dos décadas de la SEAT. Fue uno de los industriales más importantes del país; a los 77 años de edad, atravesó la barrera del sonido de copiloto en un reactor Northrop F-5.

Pero el mundo recordará a este inquieto ingeniero, sobre todo, por sus obras maestras en fotografía. José Ortiz Echagüe, (Guadalajara, 1886-Madrid 1980) se interesó por el arte fotográfico a los doce años.En 1898, España perdió sus últimas posesiones ultramarinas (Cuba y Filipinas) y se dijo que, aunque su país ya no era una potencia mundial, tenía una amplia y rica herencia que mostrar al mundo. Con perseverancia y con esa idea, empleó todo su tiempo libre a lo largo de setenta años, recorriendo España a la búsqueda de imágenes que captaran al quintaesencia de la tierra, sus habitantes, costumbres, sentir, trajes, moradas, paisajes y tradiciones, en definitiva, el palpitar de un país. Supo captar en miles de fotografías el espíritu escondido en la piel aparente de cosas y personas, instantáneas que nos documentan sobre como era la gente de antaño; un extenso libro en imágenes de toda una época de la cultura española. Pero todo ello recogido con la sensibilidad y maestría de un gran artista del arte fotográfico.

Utilizó un método de impresión por el cual, producía efectos de luz y unas texturas a modo de pinceladas, de unas características tales, que parecen partes de lienzos del Greco o Goya. En 1960 (ya se comentó en otra ocasión), el Museo Metropolitano de Nueva York, montó una exposición con sus fotografías, lo que supuso un éxito rotundo del artista; millares de visitantes desfilaron con reverencia y asombro ante aquellas extraordinarias imágenes arrancadas de la realidad. Entre las fotografías, se habían intercalado deliberadamente algunos grabados de Goya. Uno de los trabajos, “Los penitentes de Cuenca”, mostraba una fantasmagórica y larga fila de monjas ascendiendo por la falda de una colina. Aquella estampa, entre otras, parecieron a muchos visitantes tan conmovedoras como las aguafuertes de su compatriota y excelso pintor de Fuendetodos. La Sociedad Fotográfica de Norte América, proclamó: «Es un hecho universalmente reconocido, José Ortiz Echagüe es el primero entre los grandes maestros de la fotografía». Posteriormente, en la década de los setenta, Gerardo Vielba, presidente de la Real Sociedad Fotográfica Española, escribe dos libros sobre la obra del fotógrafo y afirma sobre él: “José Ortiz Echagüe otorgó a sus fotos un gran impacto expresivo; con su talento artístico consiguió la plasmación impresionista y visionaria de la tierra española y de su pueblo”.

Aunque sus obras se exhibieron en todo el mundo, durante su vida sólo expuso en España en tres ocasiones: Madrid, 1962, cuando se le concedió la Medalla de Oro de Bellas Artes en el apartado de fotografía; en Barcelona, 1974, y en Madrid, 1980, poco antes de morir el 7 de Septiembre de ese año a los 94 de edad.