Pintura y geometría
Hace siglo y medio, el cuadro fue puesto a la venta. Benjamín Disraeli, por aquél entonces primer ministro de Inglaterra, persuadió a su gobierno para que adquiriera esta obra maestra, hoy se encuentra en La Galería Nacional de Londres. Se trata de “La Natividad” de Piero della Francesca; el pintor quedó tan complacido, una vez terminado su lienzo, que decidió no venderlo y quedárselo para el resto de sus días. Piero fue un gran matemático y excelente geómetra, aunque a los dieciséis años decidió dedicarse a la pintura, siempre siguió cultivando esta ciencia; escribió varios tratados y su “Geometría de la Perspectiva” fue considerado de los mejores en el tema y utilizado durante varias generaciones. Estos conocimientos le ayudaron a situar formas y proporciones con maestría, también a describir en un plano (lienzo, tabla o mural) sensaciones de volumen y de profundidad, es decir, en perspectiva.
Pietro di Benedetto dei Franceschi, nació (no se sabe exactamente el año, entre 1415-17) en Borgo San Sepolcro un pequeño pueblo cercano a Florencia, hijo de un rico comerciante. Sus primeros conocimientos de pintura los adquiere con un maestro de su localidad. Pero enseguida Marcha al París y Meca del arte de aquellos tiempos, Florencia, a trabajar en un taller como aprendiz; en poco tiempo pasa a ser oficial de Doménico Veneziano, colaborando con éste en los frescos de una de las numerorísimas capillas florentinas. A los veinticinco años, recibe un encargo importante en San Sepolcro pero dada su juventud, suscita la desconfianza de sus comitentes (comisión que hace el encargo) y su padre sale como garante del mismo, responsabilizándose de la calidad del trabajo y tiempo de realización. El encargo fue el Políptico para la compañía de la Misericordia.
A lo largo de los años Piero consiguió gracias a su arte, fama, dinero, amigos y contínuos encargos de distintas ciudades: Rímini, Ferrara, Roma, Perugia, Arezzo etc. Los múltiples viajes por su trabajo, acrecentaron la querencia de su casa; siempre que podía regresaba a su pueblo natal donde pintó numerosos frescos en las iglesias del mismo, dejando de lado las ganancias más elevadas y cuantiosas que hubiera obtenido fuera de él. Elegido concejal se instaló definitivamente en San Sepolcro, durante los 16 últimos años de su existencia. Murió en 1492, año en que Colón se embarcaba en busca de las Indias.
En los años sucesivos a su muerte, muchas de sus obras fueron desapareciendo por diversas causas. Trabajos realizados en Ferrara se destruyeron cuando los edificios en que se encontraban fueron demolidos para la construcción de otros nuevos y ampliación de la ciudad. Sus frescos del Vaticano quedaron ocultos al encargar el Papa Julio II a Rafael realizar nuevas pinturas sobre las de Piero. Una de sus mejores obras, la “Leyenda de la Cruz”, famosos y magistrales frescos llevados a cabo en la iglesia de San Francisco, en Arezzo, y que relatan secuencialmente la leyenda del madero donde fue crucificado Jesucristo, dejaron de visitarse por generaciones posteriores debido a lo alejado este pequeño pueblo de una vía importante de comunicación, cayendo en el olvido. En alguna ocasión, se cometió, quizás por absoluta incultura e ignorancia, la barbaridad de enjalbegar o enfoscar alguna iglesia, desapareciendo el trabajo de un gran maestro.
No antes de principios del siglo pasado, se comenzó a redescubrir, reconsiderar, revisar y revalorizar a este artista del Quattrocento italiano que durante varios siglos, tanto él como su obra, habían quedado en un injusto olvido.