La fuente de la plaza

Testigo muda de todo tipo de eventos, cotidianos, trascendentales o dramáticos como la guerra civil que da comienzo a los diez años de quedar anclada en el centro de la plaza. Ha sufrido los rigores de nuestro extremado clima continental, algunos inviernos cubierta de manto blanco y en alguna ocasión, armada de afiladas lanzas de duro hielo. Fue realizada en piedra artificial por Manuel Santos, escultor afincado en Valdepeñas. Tenía el taller en la calle de la Unión entre la de S. José y Torrecillas frente a “la Sindical”; llegó a tener una docena de ayudantes entre oficiales y aprendices; esculpió en mármol esculturas funerarias y llevó a cabo el diseño y ejecución de elementos decorativos para numerosas fachadas de esta ciudad en aquellas primeras décadas del siglo pasado; Cuando se jubiló, marchó a Puertollano ya que al parecer era de allí.

Puede que se inspirase el artista, al menos en parte, en la fuente de Gian Lorenzo Bernini denominada “Fuente del tritón”, tallada en travertino y ubicada en la plaza Barberini de Roma. La nuestra es un hermoso conjunto escultórico dedicado, naturalmente, al vino y en concreto a la primera faena de su elaboración, el prensado de la uva. El vaso o copa no es redondo sino octogonal, bordeado de volutas, en la intersección de éstas y mirando hacia abajo, ocho máscaras, la cara vista o inferior está surcada recordando una concha de peregrino. En el centro de la copa, una pequeña prensa de duelas rodeada de cuatro niños semidesnudos y orientados a los cuatro puntos cardinales. El del norte se aúpa asido al borde de la prensa, el orientado al sur, aguanta una espuerta de uvas, el del este empuja la palanca que haría bajar el tablero circular prensador mediante una gran tuerca que gira en el husillo vertical roscado; el niño del oeste hace la misma operación que el anterior pero ha perdido la cabeza literalmente. Descansa este conjunto sobre un fuste o columna también octogonal, cuatro delfines en breve giro helicoidal, abrazan dicha columna. ¿Delfines?, efectivamente, ¿pero como? esos cuatro peces de especie inexistente, de cabeza gorda y labios a lo Angelina Jolie, ¿son delfines? sí, en las representaciones heráldicas convencionales estos mamíferos acuáticos se representan con estas formas y no como son en realidad, y precisamente a eso me refería al comentar que Santos hubiera podido inspirarse en la “Fuente del Tritón” porque estos peces cabezones, delfines heráldicos, son muy parecidos a aquellos cuatro que Bernini esculpió en dicha fuente. Más abajo, una franja de ocho caras con leves adornos tallados en piedra quizás de Novelda, al no ser del mismo material, parece un añadido o restauración que desentona un poco del conjunto, en la cara que da a la iglesia, puede leerse: año1926; por último, la base de igual anchura que altura también es octogonal.

El pilón, por el contrario, es circular de piedra natural y verdadera caliza de “Valdepeñas”, la cara interna es vertical, la externa moldurada, ensanchándose hacia abajo. Los chorros de la fuente son trece: uno en el extremo superior del husillo, ocho en las bocas de las máscaras y cuatro las bocas de los peces-defines. Los del pilón fluyen por tubos instalados posteriormente.

La fuente está tocada, bien construida y protegida por el carbonato cálcico que del agua ha ido depositándose en la superficie, no obstante, el tiempo la ha cuarteado y cuando el agua penetra en sus grietas el efecto es más dañino. Quizás bien seca, limpia e inyectando resina en sus intersticios alargarían en algo la vida de nuestra querida fuente que desde hace tiempo padece achaques.