Frida
Viajaba en autobús urbano con un compañero de la Escuela Nacional Preparatoria de México; iban charlando animadamente comentando cómo aquel centro había comenzado a admitir también a chicas y sobre las gamberradas que cometía un grupo de estudiantes, entre los que ella se encontraba; la última había sido meter un burro en la clase de un profesor, para ellos demasiado conservador. De pronto percibieron un horrible estremecimiento debido al tremendo encontronazo. En un cruce de la avenida, un tranvía había embestido al autobús; día aciago aquel 27 de septiembre de 1925, su vida quedó marcada por la tragedia y el dolor para el resto de sus días. Cuando despertó en el hospital, rodeada de su familia, nadie se atrevía a comentarle los fatales resultados de aquel terrible accidente. La columna vertebral se había dañado en tres sitios, la pierna derecha quedó destrozada y el mismo pie machacado, rotura de tres costillas, rotura de clavícula, además un tubo de hierro penetró por un costado rompiendo la pelvis en tres partes y saliendo por la vagina. Soportó más de treinta operaciones quirúrgicas e infinidad de corsés de escayola y metálicos. Fue otro de los casos en la historia del arte en lo cuales, el dolor físico y el sufrimiento se alternan o se superan con el ímpetu creador.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, nació en coyoacán, barrio cercano a México capital (1907), aunque ella afirmaba haber nacido con la revolución mexicana en 1910. Hija de un fotógrafo judío de origen alemán y madre mexicana, en su niñez ya comenzó a sufrir con los efectos de la poliomielitis que lejó como secuela la extrema delgadez de la pierna derecha. Sus contactos con el arte comienzan con Ferández Domínguez que le enseña la técnica del grabado. El aburrimiento a causa de la convalecencia, le lleva a pintar el primero de sus múltiples autorretratos a lo largo de su carrera, característicos por sus pobladas cejas que ella exagera premeditadamente uniéndolas en el centro. Con voluntad inquebrantable, se recupera en parte y consigue andar. Conoce al famoso muralista mexicano Diego Ribera a quién muestra su obra y queda maravillado de la misma. En 1929 se casa con Diego, veinte años mayor que ella; su matrimonio fue una relación de amor-odio y un cúmulo de infidelidades por ambas partes, ella tuvo por amantes tanto a hombres como a mujeres, entre las cuales se encontraba María Félix, la bellísima actriz mexicana. A los once años de matrimonio, se divorciaron en San Francisco pero al año siguiente vuelven a casarse.
La temática de su trabajo gira en torno a su tragedia vital, en sus cuadros se pinta postrada, llorosa, rota, sangrante; un crítico afirma: «Es imposible separar la pintura de su persona, sus lienzos son una autobiografía en imágenes». El surrealista francés Bretón, define su pintura como “infusión de puro surrealismo” pero ella afirmaba no sentir esa tendencia porque no pintaba sueños sino su propia realidad, la definía como “la pintura del dolor”. Tras exponer en México y Estados Unidos, presenta su obra en París en 1939, Picasso le regala unos pendientes con forma de manos y el Louvre adquiere una obra suya. En esta época, a los 32 años, Frida es una artista reconocida en todo el mundo. Pero entre sus triunfos, sigue sufriendo dolores, infecciones, adicción a los calmantes, así hasta su muerte en 1954.
Durante el pasado verano, El Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, ha homenajeado a la artista con la antológica “Frida Kahlo 1907-2007” con préstamos de museos de todo el mundo. Un conjunto de 354 pinturas, dibujos y grabados, 50 cartas y mas de cien fotografías que conforman el universo de Frida.