Bronce

“…Ulises, irritado por la muerte de su compañero, le envasó la lanza, cuya broncínea punta, le entró por una sien y le salio por la otra…”  “…Mientras Píroo arremetía, Toante, el etolio, alanceóle en el pecho, por encima de la tetilla, y el bronce se le clavó en el pulmón…”

En los feroces combates de la epopeya griega, se alude continuamente al metal empleado en la fabricación de las armas empuñadas por los héroes contendientes. La controvertida datación de la obra homérica, la sitúa en el siglo VIII a.C. Pero el bronce ya se trabajaba en el tercer milenio.

Este metal, primera aleación  llevada a cabo por el hombre,  denominó, por su importancia, un periodo de la prehistoria. El cobre -cuyo término proviene de “Chipre” por ser la isla de donde se extrajo y se manufacturó en la antigüedad-, es un metal blando; cuando se funde con estaño, se obtiene un tercer metal con otras propiedades, entre ellas mayor dureza. La cantidad de estaño puede oscilar entre el cinco y veinte por ciento, variando las proporciones  según el destino a que se empleó y se emplea el material aleado: cañones, campanas, herrajes, vasijas, bisutería, monedas, lámparas, casquillos, cojinetes y un largísimo etc.
Muy pronto, en todas las civilizaciones, fue empleado este metal para fines artísticos; más  aún, cuando el descubrimiento del hierro proporcionó armas y herramientas más eficaces que desplazaron al bronce para objetos decorativos y, felizmente, para el arte.

El bronce es un material idóneo para la fundición de esculturas; sus cualidades le han  hecho perdurable a lo largo de los siglos, incluso los encontrados bajo tierra o en el mar.
Las proporciones en una aleación  para la fundición artística, ha variado según épocas. Al ser el estaño más escaso que el cobre, aquél aumentaban o disminuían según su disponibilidad. Se denomina “aleación pobre” a la que contiene el diez por ciento, o menos de estaño; resulta un bronce es más blando. Aumentando la cantidad de estaño, se consigue que el bronce corra mas fluido, llenando mejor las partes del molde; el metal obtenido es más duro para las limas y cinceles en el proceso de repasado de la pieza.

De la aleación del cobre y el zinc se obtiene  el  latón, que no tiene nada que ver con el término lata. Es igualmente apto para la fundición de esculturas y de iguales resultados a la intemperie, de un color más amarillo que el bronce y algo más barato, por ser el estaño más caro que el zinc. Fue utilizado por escultores renacentistas como Lorenzo Ghiberti, autor de las segundas puertas del baptisterio de Florencia. En la actualidad se emplean bronces en cuyas aleaciones, además del cobre y estaño, toman parte pequeñas cantidades de plomo y zinc. Con la adición de estos dos metales se consiguen bronces más fluidos.
Miles de esculturas en bronce pueden admirarse, repartidas en los museos de todo el mundo, destacando  las griegas del siglo V a.C. Como ejemplo, los cuatro únicos bronces originales de la época: el Poseidón de Artemisión (Museo de Atenas), el Auriga de Delfos (Museo de Delfos) y los dos bellísimos Guerreros de Riace (Museo Nacional Magna Grecia en Calabria, Italia). Multitud de estatuas en mármol muy famosas, son copias romanas de otros tantos bronces griegos que ya no existen. Muchos de ellos, también etruscos y romanos, fueron bárbaramente refundidos para la obtención de utensilios vulgares.