La talla por sacado de puntos

Contemporáneos de Miguel Ángel, ya comenzaron a desestimar la talla directa para poder sacar parte de los volúmenes de sus esculturas fuera de los límites del bloque; llegando a ensamblar piezas labradas aparte, por lo cual “El terrible” los tildó de zapateros remendones. No obstante esta técnica se dejó de utilizar ya que la talla por sacado de puntos es segura y reporta una serie de importantes ventajas.

Para esculpir una escultura por sacado de puntos, se parte de un modelo en yeso o poliéster a tamaño real, es decir, con las dimensiones definitivas  que se han proyectado para la obra. El siguiente paso es preparar un bloque con las medidas máximas que indique el modelo. Ubicada la pieza a copiar sobre un soporte con la altura conveniente para el trabajo, se coloca cerca y al mismo nivel el bloque a tallar.

A lo argo de la historia, se han utilizado diferentes métodos para copiar el modelo. Leonardo, a pesar de preferir la pintura (detestaba el polvo y la suciedad que conlleva el trabajo de escultor), ideó un rudimentario sistema para copiar una figura. También se han utilizado los compases para tomar distancias y profundidad de la figura modelo. Pero fue en el siglo XIX cuando se comenzó a utilizar la llamada máquina de sacar puntos o puntómetro. Consiste en un pequeño brazo articulado con una larga aguja la cual saca puntos de referencia en el modelo que son trasladados al bloque. Se va restando material, como en cualquier talla, pero hasta la profundidad que van indicando estos puntos. Con las orientaciones del sencillo artilugio, puede obtenerse una copia en piedra o madera al mínimo detalle. Muchos escultores que dominaban la técnica de la talla directa, dejaron de utilizarla al desbordarles el trabajo. Con el sacado de puntos, el maestro realiza una figura en barro y serán los operarios los que se encarguen de los menesteres artesanales necesarios hasta llegar al trabajo definitivo; de esta forma, el artista puede seguir creando. De todos modos surgieron discusiones sobre que el escultor no tallaba personalmente las figuras, dando el trabajo a los oficiales de su taller y poniendo en duda la autoría de la obra. Rodín fue muy criticado cuando se supo que, por ejemplo, el famoso “Beso” no lo esculpió él (tampoco ninguna de sus esculturas de mármol, no le gustaba tallar y las daba para que las realizaran artesanos especialistas).

Ante tal polémica hay que decir que la creación de la obra la realiza el autor cuando la modela en arcilla. El paso de un modelo de yeso a mármol mediante el sacado de puntos es puramente mecánico, el oficial tallista tan sólo pasa las formas del modelo al material elegido tomando medidas del original. El artista realizará después los toques necesarios para dar carácter al trabajo. Canova exponía en una sala de su taller distintos modelos en yeso; una vez elegido uno por el cliente, era copiado en mármol por los operarios. Con el sacado de puntos, un modelo puede repetirse tantas veces como se quiera.

Los avances tecnológicos han permitido desarrollar máquinas al servicio del arte y abaratar costos. Las  multicopiadoras  funcionan de forma parecida a como se lleva a cabo un duplicado llaves. A partir de un modelo de bronce y colocando veinte tacos de madera, reproducen, al mismo tiempo, otras tantas tallas idénticas al modelo. De igual forma, la copiadora de pequeños relieves esculpe, simultáneamente, veintidós medallones o camafeos de marfil u otro material parecido. El láser y el ordenador dan instrucciones a una máquina para que copie y al mismo tiempo amplíe,  a tamaño mucho mayor, un relieve en mármol a partir de un original de pequeñas dimensiones. Así, pueden adquirirse esculturas a menor precio perdiendo, naturalmente, gran parte de su valor artístico y diluyéndose, además, algo de la esencia, espíritu y pureza de la talla; surgiendo, por otra parte, los conceptos de pieza única y pieza múltiple.