El ventero

Hará casi dos décadas le encargaron a un amigo decorador la remodelación de un salón para bodas de un restaurante, situado en un lugar de la Mancha a dos leguas de un pueblo que lleva por

"Armas de D. Quijote". Bronce. J. Lillo Galinai

«Armas de D. Quijote». Bronce.
J. Lillo Galinai

nombre “el diminutivo de argamasa” y a 6 leguas de los evocadores nombres de los caballeros Durandarte y su primo Montesinos, el escudero Guadiana y la dueña Ruidera con sus hijas.
Mi amigo, a su vez, me encomendó la ejecución de un gran escudo tallado en madera flanqueado por dos leones rampantes en piedra artificial que se colocarían en la pared de la mesa presidencial. Una vez realizado totalmente el trabajo nos pasamos a cobrar las correspondientes facturas. Quizás un zafio ventero, por aquello del fuerte ambiente quijotesco del entorno, nos hubiera tratado con más amabilidad que aquel “restaurador”. Tras varios desplazamientos a nuestra costa, porque no podía recibirnos, al final nos dijo que le había dicho su albañil, muy entendido en la materia, que aquellos leones los podía haber hecho él porque sólo consistía en llenar unos moldes. En cuanto al trabajo del decorador, el sabio acercabarros le había dicho que sólo eran unos dibujos y que el trabajo real lo había hecho él. Concluyó con que fuéramos otro día y ya vería lo que nos pagaba.
Cuando volvimos a cobrar nos recibió un un aposento, especie de almacén. Antes de nada, saqué de una gran bolsa de plástico un molde de silicona con una figura de escayola, correspondiente al mismo, en su interior. Abrí el molde, dejé la figura a un lado, volví a cerrar el molde y le hice ver que, efectivamente, echando escayola líquida en el interior del molde y, una vez fraguada, se obtendría una figura idéntica a la que había extraído de éste. De la misma manera, le dije, había llevado a cabo los leones, variando el material. Con sonrisa triunfante, el ventero confirmaba lo que le había dicho su sabio albañil. Pero continuando mi clase de moldeo y vaciado, le dije que para llenar un molde es preciso, antes, realizar un modelo y sacar un molde a éste y luego llenarlo, ¿Modelaría el albañil el modelo? ¿Sabría obtener un molde en escayola del mismo? Llenarlo sí que sabe cualquiera. Pero este trabajo, además, tenía dos particularidades. No eran dos leones iguales, como decía el consejero, sino simétricos como las manos de una persona, además el molde de escayola al no ser elástico hubo de romperse a trocitos para sacar el vaciado ( de ahí lo de molde perdido), por lo que era imposible realizar nuevas reproducciones con ellos, los leones eran piezas “únicas”. Por último, un poco alterado, le dije que dijese al metomentodo (utilicé otros vocablos de nuestra tierra: bacín y salsero) de su albañil, que se metiera en sus asuntos y no calentara la cabeza a nadie.
El restaurador se convenció de mis explicaciones y me pagó íntegro el trabajo. A mi amigo el decorador le dijo que se ratificaba en que, el trabajo real lo había echo su albañil y le retuvo una pequeña cantidad. Conformóse a regañadientes mi amigo y por no meneallo, evitando aquello de “pleitos tengas y los ganes” nos despedimos de aquel restaurante-venta y de su restaurador-ventero.