El autorretrato

Posiblemente pueda pensarse que cuando un artista se planta ante un espejo y  plasma sus propios rasgos en el lienzo, en el papel o modela sus facciones en barro, es decir, cuando lleva a cabo un autorretrato, lo haga por satisfacer su lado narcisista, su vanidad o la egolatría que, en menor o mayor medida, llevamos dentro todos los humanos. Pudiera ser, pero además existen otras razones por las cuales el pintor o escultor se autorretrata en una o varias ocasiones.

Cuando un artista pinta, dibuja o modela su figura reflejada en un espejo, está llevando a cabo un estudio sobre la forma y construcción de la cabeza humana, puede observar  su rostro y, detalladamente, sus partes. Puede dibujar distintas expresiones, posiciones o actitudes. Pero además, y lo más importante, no tiene que salir de casa, no hay que contratar a nadie para posar. No hay mejor modelo que el propio artista, las sesiones comienzan y terminan cuando el quiere, sin tener en cuenta la hora del día o de la noche. En muchas ocasiones, el artista lleva a cabo estudios de color, sombras, modelado y otros aspectos que le servirán después para realizar retratos de otras personas. Unas veces quedan en  bocetos a lápiz, pluma, carbón, tiza, escayola etc. y otras, realiza autorretratos perfectamente acabados al óleo y, en menos ocasiones, tallados en piedra o fundidos en bronce.

A lo largo de la historia del arte, la mayoría de los artistas han realizado autorretratos y, como ocurría en los retratos de personajes antes de la fotografía, les conocemos gracias a estos trabajos. Quizás el autorretrato realizado a la más temprana edad, sea el realizado, con punta de plata sobre papel, por Alberto Durero en 1484, cuando apenas tenía trece años y trabajaba de aprendiz de orfebre en el taller de su padre. Después con 27 años, se pinta con atuendo de hombre de posición elevada que ya había alcanzado a esa edad (Museo del Prado). Volviendo siempre al mítico Miguel Ángel, se autorretrató en la Capilla Sixtina, en la piel de San Bartolomé, que éste lleva al hombro. Según cuenta Vasari (Biógrafo del artista), el José de Arimatea del grupo “La Piedad” (Florencia), que esculpió para su propia tumba, ya avanzado en edad, es un autorretrato e incluso sobre “El moisés” se ha dicho que es un autorretrato idealizado. Lorenzo Ghiberti modela su cabeza en un panel de “Las puertas del paraíso” (Baptisterio de Florencia). Rubens se retrata en un refinado óleo junto a su primera esposa Isabel Brandt (Alte Pinakothek, Munich), mostrándose como una pareja burguesa, típica de la sociedad flamenca de la época. Nuestro Velázquez, lo hace en el cuadro “Las lanzas” o “Rendición de Breda” (Prado), quizás para reafirmar su autoría. En su famoso cuadro “Las meninas” (Prado), Velázquez autorretratado, coloca en su pecho, tres años después de haber pintado este cuadro, la cruz de Santiago, al haber sido nombrado caballero de esta Orden. Admirador del maestro sevillano, Goya se incluye en “La predicación de S. Bernardino” (S. Francisco el Grande, Madrid), “Familia del infante Luis de Borbón” (Parma, Italia) “Goya curado por el Doctor Arrieta” (Minneapolis USA), entre otros,  además de varios autorretratos solo, con distintas edades. Rembrandt  también se autorretrata en diferentes etapas de su vida hasta pintar el último de ellos coincidiendo con el año de su fallecimiento.

Para acabar esta lista,  que sería interminable, precisamente un gran admirador de Rembrandt, Van Gogh, es el pintor que bate el record en la especialidad de pintarse así mismo, tan sólo en los últimos cinco años de su atormentada y corta vida, empleando distintas técnicas pictóricas, llevó a cabo más de ¡cuarenta autorretratos! «Una misma persona puede ofrecer motivos para retratos muy distintos…busco una semblanza más profunda que la de un fotógrafo».